Redacción- El Visitante
El episcopado de Mons. Raúl Biord Castillo, Obispo de la Diócesis de La Guaira, Venezuela, está atado a la misión porque fue durante la celebración del IVCAM Venezuela 2013 que se anunció su nombramiento como Obispo para la Diócesis de La Guaira. De hecho, para el 2015 participó en el Simposio del VCAM Bolivia 2018 celebrado en Casa Manresa.
“La misión es el dar de Dios, Dios es una comunión misionera, es una intima relación entre las tres personas que no se encierra en sí mismo, sino que sale y en ese amor desbordante crea el mundo, crea al hombre, lo hace interlocutor de su diálogo. Y también incluye al hombre en la misión confiándole la tarea y la responsabilidad que es anunciar el reino de Dios”, reflexionó.
Aclaró que no se tiene una misión, sino que cada bautizado “es una misión”. Esto porque el cristiano existe “como una tarea, como un proyecto a cumplir y para la fe cristiana la misión no es definida por uno mismo, sino que uno la recibe de Dios”. A esto añadió que el bautizado viene a formar parte de una cadena de misiones desde el momento de su Bautismo. “Esta inserción en la Iglesia como hijo de Dios nos hace continuadores en esa misión de anunciar y construir el reino de Dios, esa Buena Noticia de salvación y al mismo tiempo comprometiéndose a luchar por lo valores de justicia, de paz, de amor y libertad”, sostuvo.
“La Iglesia está en misión o no es Iglesia”
Así lo dejó claro Mons. Biord y más aún al concluir el Sínodo de la Amazonía. “De alguna manera se insiste en precisamente en esta recuperación de la ‘misionariedad’, es decir, la misión no solamente es una tarea, una actividad que hacen algunos que están en la selva, lo que antes llamábamos misión Ad gentes, sino que la misión es característica de toda la Iglesia, de toda la comunidad. Es decir, toda comunidad se descubre como en salida, como comprometida en llevar ese anuncio a los que están en las periferias espirituales y existenciales y geográficas”, describió el Obispo.
Sobre el CAM6 Puerto Rico 2023 explicó que “puede ayudarnos a que nuestra Iglesia en América Latina deje un poco de ser una Iglesia que lleva la pastoral de conservación y se lance a una pastoral de propuesta, de generación, no solamente que regresen algunos que se han ido sino para ir generando espacio de mayor justicia en muchas de nuestras sociedades”.